lunes, 8 de octubre de 2012

El juez del líder: su conciencia



José Francisco de San Martín (1778 - 1850) fue un militar argentino, cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y el Perú.
Se comenta que una noche se presentó sorpresivamente en la ciudad de Córdoba, sin escolta, a excepción de uno de sus ayudantes que le servía de acompañante, causando sorpresa a los oficiales de la guarnición. Reúne a los jefes, a pesar de lo tormentoso del tiempo, y les anuncia que al día siguiente pensaba revisar las tropas que se encontraban en la plaza. Acto seguido, se retiró a descansar. Transcurridas algunas horas, y mientras el general se encontraba pensativo al lado de la chimenea, calentándose y secando sus ropas al mismo tiempo, le pasaron una  tarjeta en la cual se le pedía una audiencia urgente, “para un asunto de vida o muerte” pero lo que más impresionó a San Martín fue un párrafo que decía:

“Deseo hablar con el caballero don José de San Martí NO con el general”.

Curioso por conocer al autor de aquel mensaje, que denotaba angustia, el general accedió a la entrevista. Cuando entró el visitante, dijo:
-Señor don José de San Martín, soy coronel pagador de los sueldos de las tropas que revistará mañana el general San Martín. Teniendo el vicio del juego, anoche perdí a las cartas los fondos destinados a la tropa. La visita del general me sorprende, cuando aún no vuelve el correo que envié a toda prisa para vender todo cuanto poseo. Conforme el reglamento, tendría que ser degradado en público y fusilado a continuación. No me aterraría el castigo que merezco, si no supiera que la misma descarga que acabe conmigo, terminará también con una anciana que tiene fe en mí, porque es lo único que le queda en la vida. ¿Quiere usted, prestarme el dinero para salvarme, seguro de que no solo repondré lo perdido y nunca volveré a cometer un acto como este, sino seguro también, de que dos seres rezarán eternamente por usted?
Y San Martín, entregándole el dinero faltante le dijo:

-Tome la cantidad, pero que no lo sepa nunca el general San Martín. Es un hombre capaz de fusilarnos a usted y a mí, si los supiera.

Se le atribuye la siguiente expresión:

"La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien"
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