Demóstenes (384 a.C.- 322 a.C.),
fue uno de los oradores más relevantes de la historia y un
importante político ateniense. Aprendió retórica
mediante el estudio de los discursos de oradores anteriores.
Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin
embargo este propósito parecía una locura ya que no tenía dinero para pagar a
maestros y además era tartamudo. Ansioso
por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso. Su entusiasmo duró poco, porque la presentación fue un desastre y
a la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia.
Las burlas acentuaron el nerviosismo y su
tartamudeo. Se retiró entre los abucheos sin siquiera terminar. En vez de
sentirse desanimado, tomó lo sucedido como un desafío.
Así pasaron meses y años, en los que se sometió a entrenamiento físico y mental muy riguroso, antes de que de que reapareciera. En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fueron ovacionadas por el público.
Así pasaron meses y años, en los que se sometió a entrenamiento físico y mental muy riguroso, antes de que de que reapareciera. En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fueron ovacionadas por el público.
Se le atribuye entre otras muchas la siguiente expresión:
“Pequeñas oportunidades son frecuentemente el principio de grandes emprendimientos.”
Reflexionando al respecto twittié:“Pequeñas oportunidades son frecuentemente el principio de grandes emprendimientos.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario