En un mañana de invierno, el General Washington, saliendo de su cuartel general,
subió el cuello de su gran abrigo y bajó su sombrero para proteger su cara del
terrible frío.Conforme se dirigía a donde los soldados estaban
fortificando un campo, ninguno podía reconocer que la figura alta y encapotada
era el Jefe Supremo del Ejército. Se acercó al campamento y se detuvo a
observar a una pequeña compañía de soldados que, bajo el comando de un cabo,
estaban edificando una trinchera de leños.
Los hombres estaban arrastrando un leño muy pesado y el cabo, muy importante y superior, estaba parado a un lado, dando órdenes.
Los hombres estaban arrastrando un leño muy pesado y el cabo, muy importante y superior, estaba parado a un lado, dando órdenes.
—¡Arriba con él! —gritaba—¡Ahora todos juntos!,
¡Empujen!, ¡Ahora!
Con un fuerte empujón, el leño estaba casi en su lugar,
pero era demasiado pesado y antes de alcanzar el tope de la estaca, se
derrumbó. El cabo rugió nuevamente:
—¡Arriba con él! ¿Qué pasa con ustedes? ¡Arriba con él!
¡Traten otra vez!
Los hombres tiraron y se esforzaron nuevamente; el leño
casi alcanzó la cima, pero se zafó y una vez más se derrumbó.
—¡Levántenlo con fuerza! —rugió el cabo— ¡uno, dos,
tres!,¡Ahora!
Y entonces justamente cuando el leño iba a derrumbarse
por tercera vez, Washington corrió hacia él, lo empujó con toda su fuerza, y el
leño cayó en su sitio. Los jadeantes y sudorosos hombres se volvieron para
darle las gracias, pero Washington se dirigió hacia el cabo.
—¿Por qué no ayuda usted a sus hombres cuando necesitan
una mano con esta dura tarea?
—¿Quiere saber porqué?—contestó el hombre— ¿No ve usted
que soy cabo?
Washington abrió su abrigo y mostrándole su uniforme,
dijo: "Yo soy sólo el Jefe Supremo."
Cuando recuerdo esta anécdota, viene a mí la siguiente frase que se le atribuye:
“Trabajar para mantener viva en tu pecho esa pequeña llama de fuego celeste, la conciencia.”
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Cuando recuerdo esta anécdota, viene a mí la siguiente frase que se le atribuye:
“Trabajar para mantener viva en tu pecho esa pequeña llama de fuego celeste, la conciencia.”
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